LA ESPADA DEL DISCIPULO

Introducción:

Queridos hermanos y hermanas, al escuchar las palabras de Jesús en Mateo 10:34, quizás nos sorprendan. Él dice:

“No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.”

¿No es Jesús el Príncipe de Paz? ¿No vino a reconciliar al mundo con Dios?

Sí… pero también vino a traer una verdad tan poderosa que sacude los cimientos de nuestra vida. Jesús vino a dividir la luz de las tinieblas, a separar la verdad del error, y a exigir una lealtad total, incluso por encima de nuestros lazos familiares.

Hoy vamos a profundizar en este pasaje desafiante, porque en él Jesús nos revela el verdadero costo de seguirle. No es una fe cómoda. No es una religión superficial. Es una entrega total, que puede traer conflicto… pero también una gloriosa victoria espiritual.

1. Jesús no vino a traer paz… sino espada (v. 34)

Jesús dice claramente: “No he venido para traer paz, sino espada”. Esta declaración rompe nuestras expectativas humanas.

No se refiere a violencia física, sino a una división espiritual. La "espada" representa esa línea que se traza entre quienes están con Cristo y quienes están contra Él.

Cuando alguien entrega su vida al Señor, muchas veces no recibe aplausos, sino oposición. El Evangelio confronta, sacude conciencias, y nos obliga a elegir: ¿A Cristo o al mundo?

Aplicación:¿Estás dispuesto a seguir a Cristo aunque eso signifique perder amistades, ser criticado, o incluso enfrentar rechazo en tu propia casa?

Hebreos 4:12 nos recuerda que “la Palabra de Dios es viva y eficaz… y penetra hasta partir el alma”.

2. La fe verdadera causa división (v. 35-36)

Jesús continúa diciendo que su mensaje puede poner “al hombre contra su padre, a la hija contra su madre… y los enemigos del hombre serán los de su casa.”

¡Qué palabras tan fuertes!

Él está diciendo que incluso nuestras relaciones más íntimas pueden ser sacudidas por nuestra fe. ¿Por qué? Porque no todos aceptan a Jesús. Y cuando uno de los miembros de una familia decide vivir en santidad, eso puede traer convicción y rechazo en quienes no quieren cambiar.

Quizás alguien aquí hoy ha sentido esa separación. Has sido juzgado, incomprendido, criticado por tu fe. Jesús ya lo sabía… y te preparó para eso.

Aplicación:Seguir a Cristo a veces significa caminar solo. Pero nunca estamos solos: ¡Él camina con nosotros!

Lucas 12:51-53 reafirma este mensaje: “¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión.”

3. Amar a Cristo por encima de todo (v. 37)

Jesús termina este pasaje diciendo algo contundente:

“El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.”

¡Qué llamado tan radical!

Jesús no está diciendo que no debemos amar a nuestra familia. Al contrario, el amor verdadero comienza con Él. Pero Él sí está diciendo que nuestra prioridad absoluta debe ser Él. Si hay un conflicto entre lo que Jesús nos pide y lo que alguien más desea, Cristo debe tener la última palabra.

Aplicación:¿Hay algo o alguien en tu vida que estás poniendo por encima de tu relación con Jesús? Hoy es el día de poner a Cristo en el trono de tu corazón.

Filipenses 3:8 — “Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.”

Conclusión: El costo… y la recompensa

Seguir a Cristo cuesta. Cuesta relaciones, comodidades, aprobación. Pero lo que Él ofrece es infinitamente mayor: paz verdadera, propósito eterno y vida abundante.

Muchos quieren los beneficios del Evangelio sin el compromiso. Pero Jesús no vino a ser una opción más. Él vino a ser Señor de todo.

Llamado final:

Hoy te invito a evaluar tu compromiso con Cristo.

• ¿Estás dispuesto a cargar la cruz y seguirle, aunque eso signifique enfrentar oposición?

• ¿Hay algo que necesitas rendir hoy al Señor?

• ¿Estás listo para poner a Cristo por encima de todo, incluso de los afectos más profundos?

Jesús vale más que todo. Él no promete comodidad, pero sí promete estar contigo todos los días… hasta el fin del mundo.

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